Aunque el título enarbolado en
esta nota posea un carácter de pretenciosidad, me arriesgo a publicarla
quedando a la intemperie de las críticas. Sin embargo, para este caso me parece
tener los argumentos necesarios para iniciar esta empresa.
En mi corta experiencia de vida,
he tenido un vínculo cercano con el deporte, tanto como practicante y como
espectador. No son menos las satisfacciones y las súbitas alegrías que me ha dado
el ejercicio de esta bella actividad. Pero basta con distanciarse críticamente
de esta para notar serios problemas y falencias en la forma en que se dirime y
se desarrolla este deporte en la actualidad. Entre estas, puedo ser testigo garante de hechos como:
marginación y discriminación; desigualdades sociales e individuales; problemas
organizativos; corrupción; y sin miedo a decirlo, un largo etcétera.
Describiré, panorámicamente, sólo
uno de los muchos problemas que existen hoy: las desigualdades de género que se
expresan en disciplinas deportivas como el fútbol y el futsal. Para empezar a
describir este nefasto paisaje, argumentaré mi afirmación en el hecho de que
históricamente el deporte ha sido hecho por hombres y para hombres y, como si
se omitiera la capacidad reflexiva de las sociedades para generar procesos de
cambio, hoy en día esta dinámica sigue reproduciéndose sin el más mínimo escozor.
Tenemos en primer lugar, un
problema transhistórico que ha configurado dimensiones sociales de interpretación
y de comportamiento y que terminan por convertirse en causas estructurales de
este fenómeno discriminatorio.
No se puede negar los cambios
incurridos en este campo para tratar de solventar esta concepción machista del
deporte, pues, es posible notar un proceso de “democratización” de esta
actividad y de la notable incursión de la mujer en estas prácticas deportivas,
variando según el país y la cultura en la que se encuentran inmersas. Aun así,
persisten los problemas.
Otro de los factores que he podido
percibir, tiene que ver con la representación social de la práctica deportiva
de mujeres, puesto que se han configurado percepciones sobre la identidad y el
rol de la mujer en la sociedad, recayendo éstas como un yugo sobre sus espaldas
que muchas veces es imperceptible, incluso para ellas mismas.
Como si fuese el más efectivo de
los decretos de establishment, se han
impuesto ideas como: si la mujer practica deporte pierde su feminidad; o, que
ellas nacieron para actividades más sutiles y delicadas; incluso, en las
prácticas deportivas se utilizan frases peyorativas relacionadas con el género
femenino, como: no seas niñita, esto es para machos, usados para
menospreciar y disminuir al “otro.” Y un vasto conjunto de preconcepciones y
prejuicios que contribuyen en la construcción de los estereotipos. Lo anterior
ha llegado a tal punto que se genera una clasificación de disciplinas
deportivas aptas para mujeres y otras para hombres.
Hasta ahora, tenemos un problema
cuyas ubicuas causalidades se presentan en dimensiones socio-históricas y que
se han extendido en gran parte de la sociedad, que para este caso tiene como
lugar a Colombia.
A lo anterior se le suman algunas
prácticas que sin conocimiento (o con pleno conocimiento) se replican sin
escrúpulos como: la brecha económica entre lo que ganan los hombres y mujeres
en estos deportes; los medios de comunicación dirigidos por hombres y para
hombres, quienes se proclaman como los portadores del conocimiento inmaculado en
este campo; la poca promoción (institucional y no institucional) de deportes y
de su práctica a nivel competitivo para las mujeres; los pocos incentivos
(materiales o inmateriales) para la práctica del deporte femenino; el
incumplimiento de contratos y acuerdos pre-establecidos con clubes y
seleccionados femeninos; indiferencia a las prácticas deportivas femeninas por
parte de organizadores y espectadores de eventos deportivos; poco y nulo
marketing a algunos deportes donde la mujer es protagonista.
Como si fuese el reflejo de las
imperfecciones de la sociedad, el deporte en su concepción femenina, aparece en
la superficie de un espejo al que poca atención se le presta y no se ven
indicios de cambio.
El Caso de Colombia y Cali
Domingo 20 de diciembre de 2015, la selección Colombia femenina de Futsal
se hace campeona de la Copa América de esta disciplina. Poca difusión en los
medios locales e internacionales, el país no se sumió en la excéntrica
algarabía cultural por la que nos hemos hecho famosos. Otro caso fue lo que se
vivió hace unos días, próximos al inicio de los Juegos Olímpicos Rio de Janeiro
2016, en el partido amistoso entre las selecciones femeninas de Fútbol de
Colombia y Estados Unidos, las colombianas pierden por siete goles de
diferencia. Resultado estrepitoso si se tiene en cuenta que la selección
Colombia llegó hasta los octavos de final de la última Copa del Mundo en
Canadá. Un artículo de El Tiempo (06/02/2016), data que cinco jugadoras clave
no fueron llamadas en represalia “por la petición de ajuste de premios que
pidieron en pleno desarrollo del mundial” Al parecer, las seleccionadas no
tienen derecho a manifestar su inconformismo.
A esto se suma la poca y casi
nula promoción del fútbol y el fútsal en su nivel competitivo. Un caso para
ejemplificar esta afirmación es que, en Cali ni las instituciones públicas ni
las privadas se manifiestan al respecto. En esta ciudad son pocas las
competencias que hay para este deporte y las que hay se encuentran
reglamentadas por las normas que limitan el acceso a jugadoras de alta
competencia lo que va en contravía del óptimo desarrollo de este deporte.
Son sólo botones de muestra que
permiten dar a conocer las problemáticas, falencias y dinámicas de lo que
significa practicar un deporte como mujer en este país y en esta ciudad en
particular. Aunque lo escrito hasta aquí es sólo una percepción de una persona,
vale la pena fundamentar esto de una forma más responsable, esto es, indagar
más a fondo sobre este tipo de falencias y problemas sociales y mostrar la
evidencia empírica en que se sustentan estas afirmaciones.
Desde la Fundación RedCreando
queremos manifestar nuestra intención de generar procesos de cambio en el que
podamos incidir de forma directa sobre la solución a estás problemáticas.
Cristian García
Red Creando
Excelente Cristian. Muy buenos argumentos y anãlisis. Saludos
ResponderEliminarMuchas Gracias, la idea es seguir sensibilizando, investigando y profundizando.
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